lunes, 6 de agosto de 2012

Gritó. Harta del mundo, harta de si misma. Y maldijo la promesa que se había hecho de no rendirse aunque en el fondo sabía que no sería capaz de acabar con su vida. Unos vasos de tequila por aquí, algún que otro chute de heroína, polvos con desconocidos. Así sería su nueva vida. Una que sería capaz de olvidar la anterior. Llena de dolor. De desamor. Porque ahora ya le daba igual su final. Solo quería ser ella misma. Puede que ahora ya fuese demasiado tarde para mostrarse tal y como era. Ya no le quedaba nadie que realmente le importase. Por eso se abarcó en la vida que le llevará a la libertad que tanto ansiaba. Sin miedo. Vacía.

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