jueves, 23 de agosto de 2012

A todas alguna vez nos han prometido el amor eterno, el cielo entero y la felicidad. Luego nos damos cuenta de que nos cambian el amor eterno por un polvo de una noche, el cielo eterno por el techo de una habitación, y la felicidad por las lágrimas. Nos prometen tantas cosas... y después no son capaces de cumplir ninguna de ellas.
Yo personalmente, para ser feliz no necesito que me prometan ni amor eterno, ni el cielo, ni la felicidad. Solo que me demuestren cada día que me necesitan y que cada día esa persona tenga más ganas de enamorarme, que cada mañana al levantarme me encuentre con un "buenos días princesa". No pido a alguien que tenga regalos caros para mí, quiero que tenga un detalle con sentimiento cada día, no quiero a alguien que siempre esté pendiente de mí, pero sí que me proteja, que tenga ganas de volver a conocerme una y otra vez, y que me saque una sonrisa. Pero ya se sabe, los principes se quedaron en los cuentos. Hoy en día no existe nadie con esas cualidades. Porque desde que Disney creó la bella y la bestia, cualquier animal se cree principe.

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